Una puesta en valor, un capricho

Lucas Geya

lunes, 23 de diciembre de 2019  |   

Casa Bolívar, una obra sin programa ni usuario definido, con el único fin de re-crear un espacio detenido en el tiempo poniendo a prueba la capacidad e inventiva.


El cliente que nos encomendó la puesta en valor de la Casa Bolívar ya era cliente del estudio previo a esta obra.

Casa Bolívar, primer patio. Foto: estudio GeyaEl inicio de nuestra relación profesional fue algo atípica. Durante el año 2007 estábamos construyendo una casa en una esquina, que era parte de su rutinario paseo familiar de los domingos. Semana a semana fue testigo de los avances de la obra que llamaron su atención y nos contactó a través de una publicación gráfica de la vivienda.

El primer trabajo que nos encomendó fue diseñar un piso de oficinas de su empresa, que para nuestra sorpresa estaba en plena obra con un proyecto anterior. Realizamos nuestra propuesta rehaciendo gran parte de lo construido; el resultado fue muy bueno y a partir de esa obra comenzamos a trabajar en varios proyectos.

Un día nos llamó para que conozcamos una casa que había comprado en San Telmo, Bolívar 663. Al llegar nos encontramos con una propiedad prácticamente en ruinas pero con un potencial único. No nos sorprendió, ya que sabíamos del interés por los objetos históricos de nuestro cliente: desde un añejo tablón con el que hicimos la mesa de reuniones de su oficina, o una piedra con historia familiar en la puerta de su casa, hasta esta casa centenaria, testigo de los últimos años del siglo XIX.

Recorrimos juntos la propiedad entre escombros, escaleras inestables y basura, rastros de una ocupación que destruyó gran parte de la vivienda. Nunca hubo un programa ni un fin definido, la idea siempre fue recuperar lo que quedaba y adaptarla a la vida actual.

Nuestro trabajo comenzó con un relevamiento de lo construido y un informe sobre lo que creíamos poder hacer. La respuesta siempre fue la misma: «Avancemos».

Nunca habíamos enfrentado un trabajo en donde tengamos que recuperar una obra patrimonial, por lo que para nosotros también fue un gran desafío. Así fue que durante casi tres años le dedicamos gran parte de nuestro tiempo a esta obra.

La primera tarea consistió en una limpieza completa, y ahí nos encontramos con el estado real de la propiedad. En paralelo buscamos los planos originales, los encontramos en el Palacio de Aguas Corrientes y con éstos definimos el proyecto a seguir. Nuestra propuesta fue recuperar lo que estaba en condiciones y trabajar con un lenguaje contemporáneo todas las modificaciones e innovaciones necesarias.

Casa Bolívar, galerías de planta baja. Foto: Estudio GeyaLa obra avanzaba y nosotros seguíamos sin un programa claro: la casa iba a funcionar como lugar de encuentros familiares, laborales, como casa de fin de semana, como anexo de una galería de arte, etc.

Con estos indicios de uso fue que propusimos hacer de la planta baja un espacio social, donde sus patios fueran lugares de encuentro con diferentes atmósferas; el primero en relación a varias salas de ¿exposiciones? ¿habitaciones? más cerca de la entrada y rodeado de columnas, aberturas y pisos originales, y el segundo con un fin de encuentro más informal e íntimo, cerca de la gran cocina y la parrilla, más lejos del ruido de la calle. La planta alta mantuvo la distribución de la casa chorizo original con una seguidilla de estudios, oficinas y habitaciones pero agregando baños para adaptar esta planta a la vida moderna.

Durante el proceso de obra se contrató especialistas en puesta en valor mientras en paralelo trabajábamos con parte de nuestro personal, quienes conseguían resultados similares a los anteriores. Al demostrarle esto al dueño fue que decidimos juntos avanzar sólo con nuestra gente.

Limpiando el primer patio encontramos la boca del tanque cisterna original de la propiedad, comenzamos a destaparlo y nos encontramos con que estaba en perfectas condiciones. Sabíamos que éstas eran cosas que el dueño valoraría, así que le propusimos hacer un acceso desde el hall y por suerte la respuesta siguió siendo sí.

La relación con el cliente fue siempre de absoluta libertad y confianza. Fue una obra muy particular, casi un capricho donde nos comprometimos al máximo, asumiendo que no era una obra más para nuestro estudio.

La experiencia de haber realizado la Casa Bolívar fue sumamente positiva en muchos aspectos: logramos una obra muy compleja, superamos un desafío. Terminó siendo una obra reconocida y muy querida por nosotros. Para el cliente fue casi un hobbie, como quien compra un auto antiguo para restaurar, un gusto que pudo darse y que afrontó de esa manera, desde el disfrute de lo conseguido. Sabemos que en esta ocasión el equipo arquitecto-cliente funcionó. 


Autores de Proyecto Casa Bolívar Estudio Geya | Lucas Geya, Liliana Pichin y Andrés Geya.

 

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