Los caminos del proyecto propio

Sebastián Colle, Rodolfo Croce

miércoles, 11 de diciembre de 2019  |   

Casa Jauretche


Cuando fuimos invitados a reflexionar sobre la relación entre el cliente y el usuario en la arquitectura, tomando como caso de estudio la Casa Jauretche, nos vimos envueltos en una paradoja: resulta que uno de los usuarios y su familia es, además, titular del estudio. A nuestro entender esta situación se corre de la consigna original, pero vamos a relatar la experiencia de proyectar la vivienda en estas circunstancias, lejos de contar con un cliente y/o usuario desconocido, sino todo lo contrario.

No estaba en los planes de los usuarios la construcción de esta casa. Todo comenzó cuando un colega y amigo del estudio nos comentó que había un terreno de dimensiones mínimas ubicado a una cuadra de Parque Centenario.

Tarde de juegos en el estar. Foto: Rodolfo Croce.Al conocer las medidas exactas, nos generó un interés enorme que nos llevó a visitar el barrio y conocer en profundidad sus particularidades. El Parque Centenario está ubicado en el centro geográfico de la ciudad y en él convergen los barrios de Almagro, Villa Crespo y Caballito. Cuenta con gran cantidad de equipamiento y especies arbóreas en su interior y con muchos edificios públicos notables a su alrededor.

Si bien en un principio pensamos que este terreno podía servir para un cliente que estaba a la búsqueda de una superficie económica o atípica, todas las características del barrio y del terreno generaron mucho entusiasmo interno. Así, compramos y pensamos en una remodelación que pudiera satisfacer las necesidades de una pareja, con hijos mellizos de dos años.

Dentro de las dimensiones exiguas del terreno había una pequeña construcción con la lógica de una casa chorizo, es decir, dos ambientes con un baño y cocina en relación a un patio y un pequeño local a la calle.

Al principio la hipótesis de la remodelación se imponía sobre la idea de una casa proyectada desde cero, aunque esta última resultaba compleja y atractiva, ocupando cada vez más lugar dentro del debate interno del estudio.

Durante algunos meses proyectábamos ambas versiones, si bien eran propuestas muy distintas, compartían algunos elementos constitutivos fundamentales, por ejemplo, la escalera lineal y el estar/comedor/cocina en el segundo nivel.

La idea de una planta baja libre contribuía con la intención de generar un sistema abierto que pudiera evolucionar de múltiples formas a lo largo del tiempo.

Este aspecto, junto con el potencial que íbamos descubriendo, nos hizo descartar la hipótesis de remodelación, concentrándonos en la resolución del proyecto definitivo.

Los primeros dibujos fuero discutidos en el estudio, en «casa», y con colegas y amigos. Todos coincidíamos en que el camino era el indicado, aunque no sabíamos bien dónde nos llevaría. Mientras en «casa» nos íbamos acostumbrando a la idea de tener una vivienda ¡con muchas escaleras!, en el estudio nos concentrábamos en resolverla lo más eficiente posible.

La posición de dos dormitorios con sus respectivos baños, junto con la escalera, forma un sistema claro con medidas ajustadas al milímetro. Al tener dos hijos de distinto sexo sabíamos que era una solución transitoria.

La planta baja libre suscitó todo tipo de sugerencias: desde una cochera para dos autos, un local o un estudio, hasta la posibilidad de mudar el propio estudio. En «casa» pensábamos en un playroom semicubierto. Esta idea nos entusiasmó siempre, entendiéndolo como una especie de plaza cubierta para que jugaran los chicos.

No había dudas de que el living/comedor/cocina iba a estar en el segundo nivel, algo que, si bien está aceptado dentro del ideario de los arquitectos, al momento de hacerlo propio suscita algunas dudas. La decisión fue correcta, el lugar está a la altura de las copas de los árboles, con lo cual se activa constantemente su percepción, que domina por completo las visuales hacia el exterior. Su expansión directa hacia un balcón y una terraza en el nivel superior permiten descomprimir este espacio de uso constante.

Más allá de la decisión de la posición de la cocina, en «casa» se discutió mucho si ubicar o no el toilette en ese nivel. Por un lado, el usuario en «representación» del estudio lo descartaba, pero su pareja lo sostenía como requerimiento. Finalmente se ubicó en el nivel de la terraza, junto al lavadero. A través del tiempo nos dimos cuenta que todas las decisiones fueron acertadas.

La casa cuenta con cuatro niveles: planta baja, planta de cuartos, estar y terraza. Si bien se podría considerar un esquema genérico, cada uno de los espacios tiene un carácter definido y particular.

Cuando vienen visitas, observan como rasgos más sobresalientes la ubicación del living sobre los dormitorios y la materialidad de la fachada. Estos comentarios siempre avivan una pregunta recurrente: ¿hubiera sido posible hacer esta casa para un cliente/usuario cualquiera? 

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