Geografía feminista

Mónica Colombara

miércoles, 3 de noviembre de 2021  |   


Jamás seremos libres del peso de la responsabilidad de nuestras acciones respecto a «cómo conocer el espacio geográfico», pues, lejos de ser neutrales e imparciales, son fruto de nuestra visión del mundo. 
—Pamela Moss (2017)

El espacio se manifiesta como un instrumento de control social, de discriminación que respalda la dominación masculina en la sociedad. Por esta razón la geografía de género se aboca a las prácticas sociales de producción y reproducción del espacio, tomando como referencia las diferencias de género y las relaciones de poder que surgen de ellas.
—Diana Lan (2016)


El movimiento de mujeres y el feminismo en nuestro país genera grandes transformaciones en la subjetividad de las mujeres y sujetos subordinados, trastoca viejos valores patriarcales y promueve la conquista de derechos. Consecuentemente ha logrado aumentar su participación en el ámbito académico con investigación y elaboración de tesis, profundizando y complejizando sus reflexiones con rigor académico. Cabe preguntarnos entonces, ¿cuáles son los vínculos de la geografía con el movimiento de mujeres y las disidencias y las corrientes feministas? ¿Cuál es el panorama de los estudios geográficos con perspectiva de género en Argentina? ¿Cuándo se inician? ¿En qué contexto sociohistórico se plantean? ¿Qué temáticas predominan? ¿Desde qué abordajes teóricos son trabajadas? ¿Cuál es el nivel de producción actual? Intentaremos dar una apretada síntesis.


Foto: Laura Lamari. Obra Pilar 2, del estudio Lamari-Razeto arquitectura.

La sociedad no es neutra, sino desigual, patriarcal, heterogénea, diversa, excluyente; la producción y el consumo del espacio se explica no solo a través de factores económicos sino también socioculturales. Estos factores determinan las relaciones de género, las relaciones entre varones y mujeres y la utilización diferencial del espacio. En otras palabras, la geografía feminista pretende analizar la relación entre las divisiones de género y las divisiones espaciales para descubrir cómo se constituyen mutuamente. Se trata de conocer cómo los varones y las mujeres experimentan los lugares y mostrar que las diferencias forman parte de la constitución social tanto del lugar como del género, y que esto se puede cambiar.

En los años ochenta se hicieron los primeros trabajos sobre las mujeres con el objetivo de visibilizarlas; posteriormente, con la inclusión de la categoría género en los análisis espaciales, se desarrollan problemas de la agenda política del feminismo, por ejemplo, la violencia de género (desde los micromachismos hasta los femicidios), la desigualdad de las condiciones de vida, el trabajo de las mujeres en zonas rurales, las diferencias en la movilidad urbana, la diferencia salarial, las redes espaciales en la trata de personas con fines de explotación sexual, cuestiones de salud reproductiva, el derecho al aborto, entre otros.

Las reflexiones desde la perspectiva de género intentan aportar a la geografía nuevos elementos conceptuales para reconocer e interpretar las implicancias territoriales derivadas de las relaciones de género, entendidas como una construcción social. Los paradigmas de referencia en Argentina se ven asociados en la mayoría de los trabajos a la geografía radical y a la geografía cultural y humanística. Sin embargo, en los últimos años los trabajos se orientan hacia la construcción de marcos epistemológicos y metodológicos diferentes: se fijan en la diferencia sexual como eje de poder, pero no le otorgan exclusividad ni la aíslan de otros ejes de opresión como clase, edad, etnicidad, sexualidad, discapacidad, religión, etc., dando lugar a la interseccionalidad que posibilita aún más analizar las diferencias sociales en varias escalas de análisis geográfico.

La ciudad, como otras instituciones humanas, segrega espacialmente a las mujeres y a otros sujetos subordinados. La estructura y funciones de las ciudades tienen base en la articulación del patriarcado –un sistema de dominación político-ideológico–, y capitalismo –un sistema de dominación económica–. La ciudad refleja, entre otros aspectos, la división sexual del trabajo, entre el espacio de la producción, destinado al mercado, y el espacio de la reproducción, destinado a la vida. Para tratar cuestiones de género en la ciudad se deben reconocer estas relaciones. El patriarcado domina y jerarquiza haciendo que hombres y mujeres no vivan de la misma manera. Es necesario que los estudios urbanos incorporen entonces la perspectiva feminista para poder desentrañar la situación de opresión de quienes viven (y sobreviven) en las ciudades.

Actualmente, estamos asistiendo a un momento de enorme potencial: se vislumbran diversas geografías de género, encuadradas en variados marcos teóricos, que van desde el patriarcado, la teoría queer y los estudios culturales hasta el poscolonialismo y el posmodernismo. Esto permite enlazar al género con otras categorías y experiencias; y, también, impacta en la revisión conceptual de categorías geográficas como espacio público, lugar, espacio privado, entre otras. 

Notas Relacionadas

Descubrí otros artículos relacionados: