Personajismo

Manuel Mensa

lunes, 15 de abril de 2019  |   

Un arquitecto personajista crea una multiplicidad de personajes que, mediados por la cultura que los precede y modulados por problemáticas disciplinares amplias y formas actuales de relevancia de la arquitectura, toman la forma y se despliegan como modalidades operativas y hacen convergentes series de proyectos, de otro modo paralelas o divergentes.

Los personajes creados por un arquitecto personajista están dotados de una vida propia que supera a la del arquitecto como sujeto que los crea, en tanto no funcionan como un simple reflejo de su personalidad ni se destinan exclusivamente a expresar un interior subjetivo, asumido como opaco e inescrutable. Funcionan, en cambio, como los dispositivos artificialmente concebidos y por ende trabajables de una súper-autoría no personalista. La figura del genio romántico se multiplica, se transparenta como construcción y se despliega virtualmente en una multiplicidad de agenciamientos y modalidades que superan la idea subjetiva de autor, tanto en sus capacidades como en su ductilidad, volviéndola un medio abierto de trabajo y destilando los matices de su fuerza vital, a la vez escurridiza y objetivable.

Del Arquitecto Estrella al Arquitecto Constelación: Alejandro Zaera- Polo, Álvaro Siza, Bernard Tschumi, Bjarke Ingels, Daniel Libeskind, Frank Gehry, Greg Lynn, Jacques Herzog, Jean Nouvel, Kazuyo Sejima, Norman Foster, Peter Eisenman, Rem Koolhaas, Sou Fujimoto, Steven Holl, Tadao Ando, Toyo Ito, Winy Maas, Zaha Hadid.La práctica del arquitecto personajista tiene como antecedente próximo a los avatares, pero a diferencia de éstos trasciende, al tiempo que hace mundano, el asombro ante la capacidad tecnológica de aparentar ser otro, modelizando caracteres, modos, rutinas y espectros en una forma abstracta y consistente de pensamiento y conformando una máquina proyectual autonomizada de sus referencias. Los personajes del arquitecto personajista no precisan de una figura que los suplante para sostener una máscara ficcional detrás de la que se supone que hay un fondo oculto. Distanciados de toda idea de ficción y de todo fundamento, los personajes son seres virtuales contenedores de una realidad latente, y desfiguran la idea misma de figura mediante la producción y multiplicación de figuraciones.

Aquello que en la cultura arquitectónica de los años noventa, no casualmente asociado a la emergencia de la cultura digital, se disocia y polariza entre una nueva forma de muerte del autor y la cultura de los starchitects, no es más que el inicio, anunciado por una y amputado a priori por la otra, del personajismo. Al confundirse alternativamente con el culto acrítico a la personalidad, o bien con su rechazo moralista, sus fuerzas se cristalizaron anticipadamente en personalismos (caso particular y reducido de personajismo): el starchitect invierte su razón de ser y vuelve a la arquitectura presa de sí misma, convirtiendo a sus modalidades en firmas registrables, a sus modulaciones en recursos reconocibles, y a sus proyectos, en el mejor de los casos, en íconos fácilmente identificables. 

Umbrales de bifurcación en dicho proceso de polarización, confundidos en la figura mistificada del periodista, luego devenida praxis auto-referencial y turística de los medios, los personajes arquitectónicamente productivos de Rem Koolhaas presagiaron el personajismo, pero al hacerlo desde el collage, analógico primero y digital después, segregaron su multiplicidad latente y la distribuyeron en personajes identificables pero incomunicados, yuxtapuestos en una serie que los mistifica sin relacionarlos, solo siendo capaces de dar respuestas compartimentadas del tipo arquitecto desarrollador, artista, teó rico, humorista o entrepreneur, sin forzar convergencias ni sintetizar personajes cuyos nombres precisarían ser inventados mediante su proceso de formación, y cuyas consecuencias arquitectónicas se desconocen.

Acaso habría que recurrir a Philip Johnson, cuya multiplicidad de personajes se encuentra aún indocumentada, inexplorada, y puesta al servicio del arquitecto ecléctico, máscara aplanadora de diferencias y neutralizadora de fuerzas divergentes detrás de la cual una multiplicidad de personajes se recrea en cada nuevo proyecto. 

El arquitecto personajista transmuta los valores clásicos del arquitecto: la integridad se vuelve pasión por lo interesante, la honestidad se expande como voluntad de consistencia. En la modulación de la señal del presente, y en su capacidad para diferenciar el ruido en una serie de intensidades distinguibles, los personajes construyen formas inéditas de relevancia, de cuya actualidad surge el material mismo que las constituye, revirtiendo la también tradicional relación pasiva con la época. Sin marco exterior de relevancia, los personajes corren el riesgo de caer en melancolías auto-referenciales. Sin inversión de la pasividad u otras formas moralistas semejantes, los personajes se vuelven meras representaciones, capturadas en la repetición de lo mismo.

Para accionar sus modalidades, los personajes de un arquitecto personajista construyen una interfaz, cercana a un tablero de juegos o a un teatro de operaciones, en la que las modalidades se activan operativamente, construyen protocolos para su accionar, y toda una etiqueta que media desde dentro de la multiplicidad proyectual, organizándola jerárquicamente y nombrando sus singularidades con nombres y destinos nuevos. Verdadera razón de ser de los personajes, recién cuando un proyecto se conforma como singularidad puede decirse que éstos adquieren definición. Hasta entonces son solo intenciones erráticas, poses culturales, o dogmas naturalizados: están a medio hacer, y contienen solo embrionariamente una determinada voluntad proyectual, extraída pero no autonomizada de la arquitectura que los precede. 

El personajismo es en definitiva un rasgo constitutivo del meta-personaje arquitecto, quien por su ímpetu organizador es capaz de posicionarse por encima de sí mismo artificialmente, incluso si tal acción implica encarnar personajes indeseables. Sus figuras quedan embebidas y olvidadas en los proyectos que impulsan.