Una escuela de arquitectura en el Conurbano

Claudio Ferrari

miércoles, 22 de agosto de 2018  |   

La creación del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de San Martín | IA – UNSAM

La iniciativa de la UNSAM de crear una carrera de arquitectura en el campus  de San Martin, nos pareció desafiante desde su propia formulación, sin que esta aceptación implicara desconocer los riesgos que significaba el proyecto, por la escasa significación que tiene la cultura arquitectónica en la periferia metropolitana y la distancia simbólica con los centros de conocimiento y de enseñanza tradicionales, donde se emplaza el imaginario de la arquitectura de los arquitectos. Por otro lado el desafío era crear la primera carrera de arquitectura en la historia del Conurbano, donde hace mucho tiempo que el Estado abandonó las prácticas para el mejoramiento social del hábitat.

La carrera se inicia como Unidad Académica de Arquitectura hacia el año 2013. Desde su creación se ha planteado como uno de sus objetivos fundamentales responder integralmente a la tradición científica y humanista de la UNSAM. La experiencia de desplegar el conocimiento de la arquitectura en un Campus integra naturalmente el trabajo multidisciplinario con conocimientos vinculados al ambiente, la economía, el arte, las ingenierías, las ciencias políticas y sociales. Esta ampliación del campo de la arquitectura es un desafío que pone en permanente estado de discusión  el plan de estudios, que sintetizamos a través  de la implementación de estrategias pedagógicas basadas en una concepción del aprendizaje fuertemente ligado a la  experiencia como forma de conocimiento. Este es un aporte original en el proceso de aprendizaje, donde tratamos permanentemente que la formación de los alumnos se desarrolle con capacidad crítica y vocación investigadora. Intentamos transmitirles una visión de la arquitectura como disciplina integral  orientada a mejorar la calidad social del hábitat, que supere la mera instancia de las entregas de taller, con una práctica basada en la extensión curricular como también la posibilidad de abrir espacios de investigación desde la practica proyectual. En síntesis, aquello que pudiera demostrar que la academia no se limita solo a enseñar un oficio.

© Julia RagoneseEsta experiencia sirve también para observar críticamente la dificultad que encuentra la enseñanza para salir de los cánones tradicionales, que mantiene con cierto anacronismo la vigencia de los modelos de taller de la École des Beaux Arts en espacios desconectados de la realidad. Esto se agudiza con la ausencia de saberes que provengan del área de las tecnologías y construcciones, manteniendo vigente la opaca idea de que la innovación está instalada exclusivamente en el campo del diseño, dominado por la producción de imágenes. Esto nos posibilita no solo ampliar la discusión sobre las prácticas académicas, sino también en consecuencia revisar el estado de la Arquitectura.

Es así como mantenemos el compromiso con una nueva Escuela fuertemente identificada con la realidad, sobre todo con las zonas más próximas a San Martín. Esto nos plantea un gran desafío con los cánones establecidos de la enseñanza tradicional, y al mismo tiempo es nuestra mayor fortaleza poder llevar a los límites  la definición de arquitectura en el punto donde hoy no quedan casi huellas históricas de su presencia. Así, nos interpelan los barrios de autoconstrucción, las tomas de tierras, la cuenca del Reconquista, los basurales de Suárez, la cárcel, los cartoneros, el tejido industrial de San Martin después del 2001, y por supuesto lo más inspirador, que son los alumnos de primera generación de universitarios en sus familias, que quieren ser arquitectos para transformar la realidad que conocen. Los alumnos que tenemos en arquitectura provienen de los lugares más críticos del conurbano, como sucede en Sarmiento, Tres de Febrero, o en La Matanza. Esto es una novedad: hay chicos que están estudiando acá, que nunca hubieran ido a la Capital Federal. Quizás es difícil entender porque en términos de distancia no es muy lejos, pero hay una distancia de otro tipo. Seguramente es una cuestión simbólica: muchos chicos ven a la Universidad de Buenos Aires como un lugar de elite, pero en cambio consideran que la UNSAM está más cerca de su realidad, en su barrio.

Todo esto nos fue transformando, en estos años, también a nosotros como equipo docente. Si bien la experiencia es muy breve, la realidad es que el contacto con los alumnos y sus expectativas nos fueron transformando a nosotros mismos,  cambiamos con ellos, y los planes de estudio obviamente se van nutriendo de esta relación.

Tenemos como ingresantes unos 100 alumnos por año, y cuando se complete el ciclo en el año  2019 tendremos cerca de 500 alumnos en el grado. Estamos comenzando con tres maestrías, en patrimonio, gestión del hábitat y tecnologías, además de un centro de capacitación y formación profesional que va ampliando una diversa convocatoria de interesados.

También organizamos varias actividades convocantes con gente de afuera: esto posibilita el ensanche del campo de la arquitectura, tratar de tener una visión lo más amplia posible. Hay muchas actividades dentro de la escuela, que son interdisciplinarias. Por ejemplo, el taller de arquitectura y urbanismo que llamamos TAU, que dirige Fabián de la Fuente, que se desarrolla en una semana y en el que participan prácticamente todas las áreas de la universidad, junto con otras universidades que traen profesores y alumnos a trabajar en un tema, siempre vinculado al entorno urbano y geográfico. Las conclusiones, posteriormente, son temas de tesis.

Tenemos un programa que se llama “Diálogos”, en el que todos los martes hay un invitado de otra escuela o instituto, que les cuenta a los alumnos cómo encara él un proyecto. Por ejemplo, la clonación de una vaca o el desarrollo de piel sintética humana para heridas de quemaduras, o a Oscar Araiz hablando del espacio en la danza, etc. Tratamos de llevar el campus a la escuela y la escuela al campus: todo el tiempo se hace este ejercicio.

Entonces, puede decirse que la experiencia  va articulando los programas de la escuela con disparadores de investigación y de extensión, espontáneamente. El área de investigación ya tiene acreditados proyectos vinculados a determinados temas. Por ejemplo, Roberto Busnelli, director del área de tecnología de la escuela, está haciendo un relevamiento de residuos industriales sólidos de San Martín, donde descubrimos por ejemplo que el desperdicio de madera certificada de obra, es de volúmenes impresionantes y se quema o se tira al basural del CEAMSE, o los residuos de cartón o metal, tela, plásticos son de alta calidad por el uso industrial de procedencia. Podemos entonces, relevar y pensar los modos de integración de estos materiales a un sistema constructivo nuevo, o a los sistemas constructivos existentes, y producir una transferencia de tecnología, conocimiento y economía muy poderosa. Esto surge de observar y estar acá. Creamos también un laboratorio de ensayo de viviendas industrializadas 1:1 que integra técnicas y productos en diseños de módulos habitables, donde certificamos procesos constructivos y etiquetados energéticos.

Creamos un área de investigación con el equipo de Graciela Silvestri, liderado por Fernando Williams, que está radicado en La Plata, donde nosotros tomamos un capítulo de la investigación sobre las cuencas hídricas de Sudamérica, que es  Ríos urbanos, y lo desarrollamos acá en el Reconquista. Estamos haciendo un estudio historiográfico de la cuenca con una cartografía original; de esta manera nos vamos cruzando con investigadores en ciencias biológicas, que están haciendo un monitoreo ambiental de la cuenca, o con el área de sociales, que tiene relevados los barrios y sus emergencias habitacionales. Es decir, mientras el alumno se está formando en el rigor académico de la arquitectura, está atravesado de una visión compleja de la realidad y participa en los procesos de transformación.

En relación a la organización de las materias, no optamos tanto por modificar la esencia de las materias curriculares, sino el modo de dictarlas. En primer lugar, tratamos de descentrar la cuestión de taller de proyectos como eje de la carrera, y esto es novedoso. Acá en la UNSAM, todas las materias están “tallerizadas” y corren paralelas con el mismo nivel de profundidad e interés. Existe una coordinación por cada área de conocimiento: proyecto / historia y teoría / representación y forma / tecnología, construcciones y estructura; no hay talleres verticales - la escuela es horizontal. Además, dentro de cada materia hay una historia propia que tiene que ver con la experiencia que traen estos equipos docentes, donde todos están atravesados por su historia académica, desde algún lugar común. Todos vienen porque quieren cambiar algo, y aquí encuentra el espacio y el clima para hacerlo, para mejorar la calidad de la enseñanza. 

Contamos con la ventaja de ser una escuela chica. No tenemos masa crítica -que es una ventaja de las grandes escuelas-, pero tenemos ductilidad -que es algo con lo que no cuentan las grandes escuelas. En la UNSAM se pueden cambiar las cosas todo el tiempo manteniendo los principios.

Definido entonces el enfoque sobre la enseñanza de la Arquitectura como una disciplina que tiene como misión la transformación del espacio habitable, creamos un cuerpo de conocimientos capaz de dar respuesta creativa a las necesidades humanas de vivir mejor, con la misión de formar arquitectos enfocados en los problemas reales, dotados de pensamiento crítico, capacidad de exploración y resolución de problemas, poniendo el énfasis en la sustentabilidad ambiental, económica y técnica y con un fuerte compromiso social.

Esta Escuela nació conocedora también de la necesidad de potenciar el estudio del medio geográfico y la evolución histórica y social del hábitat humano como fuente de estímulo de una realidad que requiere de respuestas contemporáneas inéditas. Somos conscientes de que la juventud de la escuela es su principal capital y que este compromiso de contemporaneidad tiene que ser profundizado, al punto de gestar a partir de allí su fisonomía propia, desde un primer momento.

El hecho de que sea una Escuela tiene que ver con el grado de articulación que hay entre los conocimientos. Debe estar definida por un carácter colectivo de la enseñanza. Debe haber un acuerdo muy grande para que haya una escuela. Si no, es solo una suma de profesores que dictan su materia, y que el alumno integra, vaya uno a saber cómo. Eso acá no sucede. Todo está mucho más articulado, y esto va dando, por lo tanto, cierto acervo productivo: sabemos qué hace y cómo produce el alumno y cómo va a egresar de la UNSAM. Todo va definiendo el carácter de la escuela en un ambiente productivo; que refiera a qué se hace y cómo se piensan las cosas. A veces, nos preguntan si somos más profesionalitas o menos teóricos. Nuestro problema es definir con total claridad lo que hacemos, pero el esfuerzo lo ponemos en decir con claridad las cosas en las que pensamos. La universidad pública tiene la obligación de definir lo que quiere, a dónde va, qué profesionales quiere, para qué y para dónde. No puede no pensar en eso.

Lograr consensos a este nivel es una tarea titánica, y requiere de un enorme ejercicio de diálogo. Acá, la conversación es mucho más transparente y real, porque, en primer lugar, nos manejamos en un ambiente de amistad, somos pocos y tenemos los mismos objetivos, no se puede de otro modo. Y esto también te expone todo el tiempo y te cuestiona, hay mucha conversación e intercambio de ideas y por otro lado estamos permanentemente abiertos a otras disciplinas y a la integración y solución de problemas que la comunidad nos plantea. La inteligencia está en generar las cosas que permitan este flujo y reflujo de los intereses, donde por momentos estemos concentrados en algo muy específico de la disciplina, y por momentos estemos compartiendo con los demás nuestros conocimientos. 

Esto nos ha enseñado este proyecto: la importancia de volver a los valores esenciales de una escuela, compartir y crear nuevos conocimientos, ser el conocimiento. 


Fotografía Julia Ragonese Instagram @jr.fotografia