La danza de la naturaleza y la tecnología en las junglas de concreto

Nadina Galla

jueves, 21 de septiembre de 2023  |   

El surgimiento de la “ciudad inteligente” viene captando la atención de los urbanistas desde mediados de la década de 2000. Es cierto que la tecnología puede beneficiar a nuestros barrios, pero no debemos olvidar que las ciudades se construyen a partir de la naturaleza y se convierten, así, en ecosistemas que interactúan con el medioambiente. 

Para crear una “ciudad inteligente” de verdad, debemos priorizar el bienestar de nuestro medioambiente y, por extensión, nuestro propio bienestar. Para eso, tenemos que hacer algo con las tendencias dañinas de la construcción moderna que han producido degradación de hábitats, contaminación del aire y deforestación acelerada. Debemos confrontar las consecuencias de las condiciones climáticas extremas y el impacto funesto de nuestros entornos desprovistos de naturaleza sobre nuestra salud y nuestra calidad de vida en general. Sin embargo, antes que nada, tenemos que cambiar la manera en que nos percibimos en el mundo. No estamos separados de la naturaleza: somos una parte integral de ella.


Josephine Baran en Unsplash

En 2017, me embarqué en un viaje para descubrir cómo podía ayudarnos la tecnología a comprender la relación entre la vida en la ciudad y el mundo natural del que dependemos. Durante esa exploración, conocí a cientos de visionarios de todo el mundo que están haciendo uso de nuevas tecnologías para cultivar comunidades prósperas que coexistan con nuestro medioambiente. He dado a su misión el nombre de “Internet de la naturaleza” (Internet of Nature, IoN). 

A menudo, se ha criticado a la tecnología por ser perjudicial para nuestro planeta, pero la IoN apunta a usar la tecnología para restaurar y preservar nuestros valiosos recursos naturales, en especial, en las ciudades. Pintores y documentalistas suelen concentrarse en captar lo majestuoso de la naturaleza, pero se pierden la belleza oculta, no tan vistosa, de nuestras ciudades. Un parque silencioso entre rascacielos o un arroyo oculto debajo de las vías del tren puede despertar tanta fascinación como un paisaje abierto. Estas pequeñas joyas que solemos menospreciar pueden brindar paz y tranquilidad en medio de una ciudad ajetreada y recordarnos que hasta el espacio verde más ínfimo puede ser fuente de belleza y consuelo.

Nuestro ecosistema nos brinda más que un entorno pacífico: nos protege de la contaminación del aire, refresca nuestras calles, reduce las emisiones de carbono y resguarda nuestros vecindarios de las condiciones climáticas extremas. Pero, debido al crecimiento de la población mundial y la expansión de la clase media, la naturaleza se encuentra frente a un desafío. La urbanización acelerada, que responde a ese crecimiento, está llevando al mundo natural al límite. Hoy en día, casi el 93% de la población de Argentina vive en ciudades, en comparación con tan solo el 70% apenas seis décadas atrás. Para atender a este crecimiento mundial, estamos urbanizando nada más y nada menos que 80.000 km² de tierras, aproximadamente el tamaño de Honduras, cada año. 

Hace años que me opongo al concepto de que la naturaleza y la tecnología son enemigas. En lugar de hacerlas competir entre ellas, lo que nos daría ciudades sin vida, creo que pueden coexistir en armonía. Para revitalizar los ecosistemas que nos sostienen, debemos unir estas dos fuerzas. A continuación, les presento cuatro proyectos increíbles que están logrando justamente eso.

Revelar el mundo oculto debajo de los árboles urbanos 
En el reino de las “ciudades inteligentes”, los sensores son los reyes indiscutidos de la tecnología omnipresente, y la IoN no es la excepción. 

Imaginate que tenés delante un roble pálido, ralo. ¿Cómo dirías que está de salud? Casi todo el mundo se concentra en la copa del árbol, pero hurgar por debajo del suelo es fundamental. La tierra, que debería estar repleta de nutrientes y organismos vitales, es la base de cualquier árbol robusto. No prestar atención al sistema de raíces puede obstaculizar el crecimiento. El suelo es indispensable para los árboles, ya que les ofrece estabilidad, alimento e hidratación. Los agricultores priorizan la salud del suelo, y nosotros también deberíamos hacerlo a la hora de cultivar árboles urbanos.


Rasheeque Ahnaf (Piash) en Unsplash

Para comprender la salud del suelo, los sensores son fundamentales. Pueden medir la humedad, el pH, la salinidad, la temperatura y los niveles de oxígeno, lo que brinda información valiosa como el contenido de nutrientes del suelo, la presencia de sustancias nocivas y posibles contaminantes, y alertar sobre áreas problemáticas del ecosistema a tiempo. Por ejemplo, en ciudades con muy bajas temperaturas en las que se aplica sal para deshielo, los sensores alertan a los arbolistas sobre aumentos en el nivel de salinidad del suelo. Esta alerta temprana ayuda a prevenir daños irreparables que sufrirían los árboles. En las ciudades propensas a sequías, se usan sensores para optimizar la irrigación. Así, se garantiza que los árboles reciban el agua necesaria para satisfacer su sed sin riesgo de sofocar las raíces por exceso de riego.

Esos datos ayudan a los arbolistas, los silvicultores urbanos y las municipalidades a cuidar mejor de los árboles, pero también pueden revelar la vida oculta de los árboles a los habitantes de la ciudad. Árboles “tuiteros” como @bowiethebirch y @awitnesstree convierten los datos arrojados por los sensores del suelo (y los árboles) en divertidos tweets automatizados. Al comunicar sobre el crecimiento, los problemas y las oportunidades de los árboles, los ciudadanos pueden aprender acerca de la importancia de un suelo saludable para el crecimiento de árboles saludables en las ciudades, que duren generaciones.


Maximizar las copas de los árboles en favor de la salud y el bienestar de los seres humanos
Fomentar la plantación de árboles jóvenes es crucial. Sin embargo, uno de mis mentores, el reconocido especialista en biología aplicada a la arboricultura, el Dr. Andrew Hirons, me enseñó una importante lección: no importa tanto cuántos árboles plantemos hoy, sino cuántos seguirán de pie dentro de 50 años. Los árboles más antiguos y grandes que sigan vivos en 50 años nos darán más sombra, agregarán más valor a nuestros hogares, filtrarán más aire y brindarán más hábitat para la vida silvestre. También tendrán efectos comparables en la salud y el bienestar de los humanos. Un estudio reciente de KU Leuven llegó a la conclusión de que hay una relación entre el volumen de copa más grande y el uso de menos medicamentos. Más sorprendente aún: un mayor volumen de copa con menos tallos fue más beneficioso para la salud cardiovascular y mental que un volumen de copa similar con más tallos. En pocas palabras, una calle con menos árboles pero copas más grandes es mejor para nuestra salud.

Imaginate una comunidad con programas de silvicultura urbana que maximicen el volumen de copa y prioricen el crecimiento de árboles más antiguos y más grandes. ¿Cómo cambiaría el paisaje? ¿Y cómo podemos medir y fomentar de manera eficaz el crecimiento del volumen de copa?

Una empresa holandesa llamada Treetracker usa sensores LiDAR en el techo de los autos (o en mochilas, si se anda a pie por parques urbanos) para hacer mapas del entorno. También desarrolló un algoritmo de aprendizaje profundo que depura la información para obtener únicamente datos sobre los árboles. Cuando el programa termina, queda un conjunto de datos con la ubicación, el diámetro del tronco, la altura y el volumen de copa de cada árbol. Con semejante información actualizada, la creación de un programa de silvicultura urbana que apunte a maximizar el volumen de copa de los árboles parece, de pronto, una posibilidad real.

Hacer que los ciudadanos participen en el diseño ecológico
En una admirable fusión de participación ciudadana e innovación moderna, Bogotá, Colombia, ha revelado una inspiradora transformación urbana con el proyecto Séptima Verde. Encabezada por Claudia López, la primera intendente mujer de la ciudad, esta iniciativa se valió del poder de Streetmix, una plataforma en línea de código abierto. Streetmix ofrece a las ciudades una forma accesible de visualizar y modificar sus calles, lo que permite que los residentes puedan dar forma a su paisaje urbano de manera activa.

La base de esta iniciativa son las herramientas de Streetmix, que son fáciles de usar y permiten a los usuarios reacomodar distintos elementos del diseño de las calles de manera fluida. Pueden integrar diversas opciones de movilidad, como carriles para autos o bicisendas, y características esenciales de las calles como postes de luz, árboles y veredas. Al definir factores como el ancho de las calles y el uso de la tierra lindante, los usuarios designan espacios para distintos medios de transporte y amenidades urbanas de manera colaborativa. Lo que distingue a Streetmix es su capacidad de brindar información valiosa: estima cuántas personas en movimiento pueden transitar la calle cada hora. Hasta emplea aprendizaje automático para medir la “alegría” de la calle.

A partir de las más de 7.000 propuestas presentadas a través de Streetmix por los ciudadanos, algunos de ellos, de tan solo diez años de edad, la intendenta López estableció un corredor verde en la avenida Séptima. Con Streetmix como piedra angular digital, el proyecto representa un dinámico cambio hacia una toma de decisiones inclusiva, en la que la tecnología y la participación ciudadana convergen para redefinir espacios urbanos. El proyecto Séptima Verde continúa desarrollándose y demuestra el increíble potencial que se consigue cuando se da a las comunidades el poder de moldear su entorno y dar forma a un paisaje urbano que no solo sea funcional sino que también refleje la visión colectiva de sus habitantes. López atribuye, en gran parte, el éxito del proyecto Séptima Verde a la tecnología, lo que demuestra el poder de la IoN.

Descubrir el latido salvaje de la jungla de concreto
Hacer uso de la tecnología en pos de establecer, gestionar y mejorar los espacios urbanos ecológicos es genial, pero ¿cómo hacemos para que la gente salga a disfrutar de los beneficios de la naturaleza en la ciudad? Aquí, nuevamente, aparece la tecnología, la IoN, como un posible aliado. Un buen ejemplo es el de City Nature Challenge (Reto Naturalista Urbano, CNC, por sus siglas en inglés). Desde sus orígenes como un concurso entre San Francisco y Los Ángeles en 2016, el CNC evolucionó hasta convertirse en un fenómeno mundial y motivar a poblaciones urbanas de todo el mundo para que documenten la vida silvestre local. 

Por lo general, la gente usa la aplicación y el sitio web de iNaturalist para subir sus observaciones. Luego, después de observar, hay unos días para identificar las especies y anunciar los ganadores. No hace falta ser un profesional del reconocimiento de especies: la aplicación de iNaturalist ayuda porque identifica las especies de manera automática y, además, hay una amena comunidad de usuarios, entre los que se cuentan expertos, que también pueden ayudar. El CNC resalta los logros grupales y fomenta la interacción con la biodiversidad y su registro a nivel mundial, haciendo foco en la unidad y la exploración ecológica.

La Paz, la capital de Bolivia, fue la ganadora indiscutida del CNC 2023 tras un logro notable: rompieron todos los récords con 126.435 observaciones y 5.344 especies identificadas durante el desafío. Después de participar en 2019 y alcanzar puestos notables en el ranking, la ciudad tuvo un retroceso debido a la pandemia en 2020 y 2021. Decidida a volver con todo, La Paz logró que participaran miles de estudiantes de sesenta y ocho escuelas de toda la ciudad, en colaboración con una universidad y un museo de historia natural. Estos jóvenes estudiantes adoptaron la iniciativa y se convirtieron en soldados de a pie que fueron ubicando incansablemente la vida silvestre de su ciudad en el mapa.

La aplicación iNaturalist, que se usa para fotografiar y registrar las observaciones, es muy fácil de usar y ofrece una forma muy directa de hacer que los chicos salgan a la calle. Lejos de la percepción de que la tecnología hace que los chicos no salgan, esta aplicación puede motivar la exploración al aire libre y la apreciación de la naturaleza. Las aplicaciones innovadoras, los mapas interactivos y las guías digitales pueden fusionar la tecnología con la naturaleza en su máxima expresión, encender la curiosidad y alentar a los más chicos a descubrir el mundo natural de primera mano. Estas herramientas pueden mejorar la comprensión de los jóvenes, dado que fomentan una conexión más profunda con la naturaleza a través de su participación en actividades interactivas y educativas al aire libre. 

Un ejemplo es World Safari, un juego de realidad aumentada diseñado para niños. La diseñadora del juego, Stine Kondrup, cree que no debemos limitar el uso de los teléfonos inteligentes tan solo a aprender acerca de la naturaleza. Ella concibe a la tecnología como una herramienta para descubrir sus misterios. Al igual que el fenómeno Pokémon GO de 2016, World Safari emplea tecnología de sumersión y ubicación específica en los teléfonos. Sin embargo, en lugar de buscar al mítico Pokémon en tu barrio, World Safari te relaciona con el mundo natural real y te invita a explorar criaturas reales en sus hábitats.

Habiendo visto accidentes (léase, gente chocándose con postes de luz) entre jugadores de Pókemon GO, y con el deseo de que la tecnología sea un sostén, no una distracción, Stine y su equipo decidieron crear contenido para World Safari que requiriera que los usuarios obtengan instrucciones en sus teléfonos y luego completen las tareas sin mirar la pantalla. Al explorar distintos barrios, los jugadores tienen presencia plena, ya que deben desbloquear nuevas tareas que requieren que descubran la naturaleza que los rodea. 

“Ayuda a la gente a ver que hay naturaleza en todas partes”, me dice Stine en una entrevista de mi podcast. Me recuerda que muchos de nosotros subestimamos la naturaleza en las ciudades: tendemos a pensar que la “naturaleza real” se encuentra únicamente en grandes bosques o en la naturaleza virgen. Lo cierto es que está en todas partes, incluso en las ciudades ajetreadas. Los árboles de nuestras calles, los parques donde juegan los chicos y las aves que vuelan por encima de nosotros son parte del ecosistema urbano. Aunque reciben el toque de la mano humana, siguen bailando al ritmo sin tiempo de la música de la naturaleza, y estas nuevas tecnologías revelan el diálogo constante entre la vida en la ciudad y la naturaleza indómita.