Una nueva arquitectura del paisaje

Verónica Fabio, Juan Miguel Kanai, Janice Astbury

jueves, 17 de noviembre de 2022  |   

El proyecto Breathe/Respirar (PBR) explora las oportunidades de mejorar la calidad del aire en los patios de las escuelas utilizando cercas vivas, y de facilitar los múltiples beneficios conjuntos sociales y ambientales que pueden resultar de la ecologización de las infraestructuras urbanas existentes, que incluyen oportunidades para la educación ambiental y la reconexión de las personas con la naturaleza. 

Proyecto Breathe-Respirar

Esta exploración toma lugar por medio de una serie de experimentos en Laboratorios de Vida Urbana establecidos en los patios de las escuelas de Buenos Aires, Argentina. Los experimentos involucran (1) el compromiso de la comunidad escolar (profesores, alumnos, padres y otras partes interesadas) para la creación conjunta del experimento; (2) el diseño y la implementación de las intervenciones en el “patio escolar como paisaje”; (3) la inclusión de actividades que mejoren los beneficios conjuntos; (4) el monitoreo de los efectos integrados; y (5) analizar colectivamente los resultados. 

Intervención piloto del proyecto Breathe/Respirar en una escuela de la Ciudad de Buenos Aires.

Si bien el proyecto se ha llevado a cabo en colaboración entre investigadores argentinos y británicos desde 2018, nos centramos en los desafíos del proyecto y su implementación en Buenos Aires; evaluando en función de tres premisas que proponemos para una nueva arquitectura del paisaje, que se refieren más ampliamente a la misión y los retos de la profesión ante la crisis ecológica del planeta y el nuevo rol que las ciudades puedan desempeñar como solución en el contexto de una urbanización global sin precedentes. La metodología interdisciplinaria del PRB se basa en (i) la experimentación internacional de los LVU en los sistemas ecológicos sociales; (ii) la experticia local en educación ambiental urbana; y (iii) la investigación sobre los obstáculos para la provisión de espacios verdes y la articulación de una red de soluciones basadas en la naturaleza. 

La crisis ecológica del planeta y el papel de las ciudades más verdes
Para hacer frente al reto medioambiental es necesario comprender cómo la creación de ciudades implica cada vez más la gestión del suelo. En el contexto de la profunda y extensa urbanización del mundo, las ciudades no solo albergan a la mayor parte de los humanos, sino que también producen huellas que se extienden mucho más allá de los límites de la ciudad: las zonas periurbanas presentan topes cada vez más amplios y los largos corredores de urbanización proliferan (Soja y Kanai, 2014; Kanai y Schindler, 2018). Además, los altos niveles de consumo de recursos y la concentración de funciones de mando y control hacen que lo que ocurre y se decide en las ciudades afecte a amplias franjas del planeta. De este modo, las profesiones relacionadas con la construcción de ciudades han empezado a redefinir sus atribuciones, su enfoque espacial y sus supuestos sobre lo que constituye el ámbito urbano (Burdett y Kanai, 2005; McHale et al., 2015), y las estrategias globales de sostenibilidad ya no cuestionan el papel central que deben desempeñar las ciudades en desarrollo sostenible (Parnell, 2015).

Los niños y niñas son parte del proyecto y su manutención.Las ciudades sostenibles tienen un valor intrínseco. Su urgencia viene dada por el gran número de personas afectadas por las amenazas medioambientales en las zonas urbanas. Los efectos devastadores de la contaminación urbana del aire en la salud humana constituyen un ejemplo de ello. En 2016 el 91% de la población mundial estaba viviendo en lugares donde no se cumplían los niveles de las directrices de calidad del aire establecido por la OMS y se estimaba que la contaminación ambiental y del aire causaba 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo (OMS, 2016).

Se está acumulando evidencia sobre cómo y dónde la infraestructura verde, incluidas las cercas y las barreras verdes, pueden reducir las concentraciones de contaminantes a nivel del suelo (Hewitt, Ashworth y MacKenzie, 2020). La arquitectura del paisaje debe contribuir a estos esfuerzos, proporcionando su experticia en la selección de especies vegetales óptimas, la integración de las capas verdes en los entornos construidos existentes y diseños que capten el interés del público y concienticen sobre la contaminación urbana del aire, sus fuentes, sus consecuencias y las formas de reducirlas.

Tres premisas para la arquitectura del paisaje
Creemos que una práctica renovada y redefinida de la arquitectura del paisaje puede estar a la vanguardia de los esfuerzos para hacer que las ciudades sean más verdes de manera que contribuyan a la sostenibilidad global. En particular, la profesión tiene la capacidad de intervenir en iniciativas ambientales urbanas, como los proyectos de restauración de los ecosistemas, y al mismo tiempo presentarlas eficazmente a diversos públicos con el fin de obtener un amplio apoyo social para mantenerlos y ampliarlos a lo largo del tiempo. La arquitectura del paisaje puede conseguir que haya más naturaleza en los paisajes urbanos y que esta sea atractiva y legible, haciendo visible el funcionamiento del sistema socioecológico, y enviando a la gente un mensaje diferente de qué es la ciudad y de cómo se puede y se debe vivir en ella. La invitación a aprender e interactuar debe comenzar en la infancia.

Si el urbanismo se planteó históricamente una tensa separación entre los habitantes de la ciudad y la naturaleza, con espacios verdes urbanos diseñados como fichas de la naturaleza en la ciudad, ahora necesitamos intervenciones que demuestren que los entornos urbanos están integrados en los ecosistemas y que los seres humanos forman parte de complejas dinámicas socioecológicas. El creciente interés por las infraestructuras verdes y las soluciones basadas en la naturaleza (SbN), que aprovechan las propiedades ecosistémicas, ha impulsado una serie de experimentos e identificación de las mejores prácticas en ciudades alrededor mundo. En vez de dar intervenciones centralizadas y a menudo excluyentes basadas en enfoques tecnológicos (Hodson y Marvin, 2010), muchos de estos LVU han destacado el papel de diversas personas que facilitan la prestación de servicios ecosistémicos cambiando la forma en que se gestiona la tierra o el agua de la que son responsables, o que han asumido responsabilidad (Astbury y Bulkeley, 2018; Voytenko et al., 2016) Las siguientes tres premisas proporcionan una guía sobre cómo la arquitectura del paisaje puede desempeñar un papel en esto.

Actividades escolares con niños y profesores para la manutención del espacio.

La arquitectura del paisaje debe reafirmar su compromiso medioambiental como pilar de una profesión que produce paisajes para ser “vividos” en lugar de paisajes para para ser “mirados”. Las intervenciones paisajísticas deben tener un impacto estético, recreacional y funcional ligado a su programa ambiental, en otras palabras, con un enfoque interdisciplinario que considere los vínculos intrincados entre el medio ambiente y las dimensiones socioculturales e individuales de la salud y el bienestar de las personas el paisaje.

Las mejoras paisajísticas deben producir mensajes claros, y si es necesario, ir acompañadas de actividades educativas y de sensibilización dirigidas a diversos grupos socioculturales. Los beneficiarios deben ser invitados a apropiarse e identificarse con el paisaje para que puedan desarrollar una mejor comprensión de los procesos socioecológicos. Debemos tratar de abrir los espacios verdes al tiempo que abrimos las mentes de quienes los habitan, para que se conviertan en defensores y cuidadores del lugar.

La metodología del proyecto y su implementación en Buenos Aires
El proyecto Breathe/Respirar comenzó con un objetivo claro de abordar las preocupaciones locales sobre la calidad del aire en una comunidad escolar de Sheffield, Reino Unido. Un grupo de empleados, padres e investigadores universitarios colaboraron en la planificación, diseño, construcción, monitoreo y mantenimiento de una barrera verde para reducir la contaminación del aire a la que estaba expuesto el patio de la escuela, debido a su ubicación cercana al tráfico. Tales barreras verdes se utilizan cada vez más en Reino Unido y en otros lugares como respuesta a la creciente preocupación por la calidad del aire y sus implicaciones para la salud y el bienestar (Barwise y Kumar, 2020). En Buenos Aires, los niveles generales de contaminación de la ciudad superan las directrices de calidad del aire de la OMS, y en algunos barrios triplican los niveles aceptables (Greenpeace Argentina, 2018). A pesar de esto, el compromiso de las políticas locales con la contaminación del aire es incipiente (Abrutzky et al., 2014; Murgida et al., 2013). Sin embargo, la conciencia social sobre el tema está creciendo (cf. Greenpeace Argentina, 2018). Esto inspiró la colaboración internacional del PBR basada en el intercambio de conocimientos y el aprendizaje mutuo en lugar de la asistencia técnica unidireccional del Reino Unido. Dirigido localmente desde el programa de Arquitectura del Paisaje de la Universidad de Buenos Aires, la iniciativa recibió el apoyo entusiasta inicial de académicos de múltiples disciplinas, instituciones gubernamentales, círculos profesionales y empresariales y brigadas.

Pronto aparecieron nuevos obstáculos. Entre ellos se encontraban problemas prácticos como, por un lado, los costes y los retos técnicos de controlar la calidad del aire con equipos importados y, por otro, la compleja gobernanza de las escuelas de la ciudad, que requiere múltiples permisos antes de poder intervenir en los patios de las escuelas. Además, encontramos contradicciones entre la intención declarada del gobierno de la ciudad de aumentar la cobertura verde, a través, por ejemplo, de los programas de alto perfil que se han puesto en marcha en la última década (por ejemplo, Buenos Aires Verde), y la escasez de enfoques de infraestructuras verdes (y azules) para abordar los retos socioambientales y adaptar las infraestructuras urbanas existentes (Kozak et al., 2020). A nivel de la sociedad, las desigualdades sociales y espaciales conforman el abastecimiento y el acceso a los espacios verdes urbanos (Baxendale y Buzai, 2019; Perelman y Marconi, 2016), lo que resulta en una particular escasez de verde en las zonas de clase media densamente construidas y un difícil acceso local a los parques regionales situados en los barrios más pobres del sur. Además, existe una desconexión entre los enfoques ecosistémicos de las ONG pro-naturaleza y las preocupaciones económicas y medioambientales del activismo de los pobres, por lo que la defensa del desarrollo de la infraestructura verde a menudo carece de notoriedad con las preocupaciones de las bases sobre las compensaciones entre las oportunidades de uso y las amenazas de toxicidad en los barrios desfavorecidos (Auyero y Swistun, 2009; Gutiérrez e Isuani, 2014).

La implementación del proyecto en Buenos Aires requirió un proceso participativo con varias rondas de prueba y error para identificar e inscribir a los interesados en una iniciativa de infraestructura verde ampliamente definida; seleccionar áreas de oportunidad, zonas de escuelas con las características de ubicación necesarias para una intervención eficaz (una escuela primaria pública de la ciudad; con un patio escolar en la parte delantera que da a la carretera; en una zona de la ciudad identificada con mala calidad del aire); iniciando diálogos abiertos sobre los posibles beneficios conjuntos que socios y beneficiarios valoran más intuitivamente en las cercas y cómo podríamos basarnos en ellos para hacer más comprensibles los temas de la calidad del aire y la sostenibilidad socioecológica. Este proceso se basó en las lecciones internacionales de los LVU; experiencia local en temas ambientales pluralistas de educación; y conocimientos de las ciencias sociales sobre cómo se desarrollan las políticas de ecologización urbana en la ciudad dadas sus notables desigualdades  y su desarrollo fragmentario. El diseño del paisaje para el proyecto piloto fue desarrollado por el equipo de Arquitectura del Paisaje y los estudiantes de la UBA, con aportes de socios internacionales. 

Con los primeros resultados, nos centramos en explorar las oportunidades de integrar las cercas vivas y las actividades asociadas con el programa Escuelas Verdes. Este programa se ha dirigido principalmente en cuestiones de sostenibilidad, como el reciclaje y la eficiencia energética, más que en la conexión con la naturaleza y la comprensión de los ecosistemas. Hay una oportunidad de poner lo “verde” en las “escuelas verdes”, lo que facilitaría la multiplicación y la normalización de los patios escolares vivos (y aumentaría la demanda social de arquitectura del ambiente comprometida con el medio ambiente). Paralelamente, el plan de estudios podría adaptarse para reflejar una mayor comprensión de las SBN y de los numerosos beneficios del compromiso con la naturaleza tanto para las personas como para el medio ambiente. Esto podría cambiar la forma en que se imparte la educación ambiental en la escuela primaria para que se centre en la interacción con la naturaleza cercana, que los niños pueden aprender a entender, apreciar y cuidar.

Esperamos que este enfoque multidisciplinario de colaboración en el que trabajan unidas la arquitectura del paisaje, las ciencias ambientales, la psicología, la educación y otras disciplinas, resulten en un aprendizaje en las escuelas de toda la ciudad, enviando un mensaje claro sobre la presencia de la naturaleza en la ciudad y su importante papel en la educación de los niños y niñas.

Referencias

Abrutzky, R., Dawidowski, L., Murgida, A. y Natenzon, C.E. (2014). Contaminación del aire en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: el riesgo de hoy o el cambio climático futuro, una falsa opción. Ciência & Saúde Coletiva, 19, pp. 3763-3773.

Auyero, J. y Swistun, D. A. (2009). Flammable: Environmental suffering in an Argentine

shantytown. Oxford and New York: Oxford University Press.

Baxendale, C. y Buzai, G. D. (2019). Modelos urbanos e infraestructura verde en ciudades de América Latina. Análisis en la ciudad de Buenos Aires. Huellas 23(2), pp. 79-106.

Barwise, Y. y Kumar, P. (2020). Designing vegetation barriers for urban air pollution abatement: a practical review for appropriate plant species selection. Climate and Atmospheric Science 3(1), pp. 1-19.

Burdett, R. y Kanai, M. (2006). City-building in an age of global urban transformation. En R. Burdett y S. Ichioka (eds.) Cities: People, Society, Architecture: 10th International Architecture Exhibition. Venice Biennale, New York: Rizzoli International Publications, pp. 3-23.

Gutiérrez, R. A. e Isuani, F. J. (2014). La emergencia del ambientalismo estatal y social en Argentina. Revista da Administração Pública, 48(2), pp. 295-322.

Greenpeace Argentina (2018). Respiremos aire más limpio en Buenos Aires.

Hamilton, C. (2017). Defiant Earth: The fate of humans in the Anthropocene. Cambridge: Polity Press.

Hewitt, C. N., Ashworth, K. y MacKenzie, A. R. (2020). Using green infrastructure to improve urban air quality (GI4AQ). Ambio, 49(1), pp. 62-73.

Hodson, M. y Marvin, S. (2010). Urbanism in the Anthropocene: Ecological urbanism or premium ecological enclaves? City, 14(3), pp. 298-313.

Kanai, J. M. y Schindler, S. (2019) Peri-urban promises of connectivity: Linking project-led polycentrism to the infrastructure scramble. Environment and Planning A: Economy and Space, 51(2), pp. 302-22.

Kozak, D., Henderson, H., de Castro Mazarro, A., Rotbart, D. y Aradas, R. (2020). Blue-Green Infrastructure (BGI) in Dense Urban Watersheds. The Case of the Medrano Stream Basin (MSB) in Buenos Aires. Sustainability, 12(6), pp. 21-63.

McHale, M. R., TA Pickett, S., Barbosa, O., Bunn, D. N., Cadenasso, M. L., Childers, D.L., Gartin, M. et al. (2015). The new global urban realm: complex, connected, diffuse, and diverse social-ecological systems. Sustainability, 7(5), pp. 5211-5240.

Murgida, A. M., Guebel, C. F., Natenzon, C. E. y Frasco, L. (2013). El aire en la agenda pública: el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Respuestas urbanas al cambio climático en América Latina. LC/W, 563, pp. 137-157.

Parnell, S. (2016). Defining a global urban development agenda. World Development, 78, pp. 529-540.

Perelman, P. y Marcon, P. (2016). Percepción del verde urbano en parques de la Ciudad de Buenos Aires. Multequina, 25, pp. 1-10

Soja, E. y Kanai, M. (2014). The urbanization of the world. En Neil Brenner (ed.) Implosions/Explosions: Towards a study of planetary urbanization. Berlin: Jovis, pp. 142-159.

World Health Organisation (2016). Ambient Air Pollution: A Global Assessment of Exposure and Burden of Disease.