Qué, cómo y por qué de un Código de Edificación

Miguel Jurado

viernes, 19 de mayo de 2017  |   

Los códigos de construcción nacieron para garantizar salubridad, bienestar y seguridad en las ciudades, sin embargo, con el tiempo, se convirtieron en la única defensa de los ciudadanos frente a la especulación inmobiliaria. Perder de vista ésta última funcionalidad puede ser letal para la calidad de vida de nuestras ciudades.

El primer vestigio de reglamento de construcción puede estar esbozado en el Deuteronomio, un libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo. El escrito establece cómo debe ser la vida judía, pero en un momento se detiene en la necesidad de construir parapetos en las terrazas: "Cuando construyas una casa nueva, harás un parapeto para tu techo, para que no traigas sangre a tu casa si alguien cae de él (Deuteronomio 22: 8)”.

Ilustración: © Bárbara Berson

Los Rabinos Talmúdicos todavía discuten cuál es la importancia de esta Ley si el destino de la víctima está escrito por el creador y lo que deba suceder, sucederá. Si bien la cuestión teológica no está zanjada, la respuesta de sentido común es que es malo ser el instrumento de la providencia divina en casos como éste, y un parapeto puede evitarlo. La ética aparece por encima de la seguridad que, en la visión religiosa, está en manos de Dios.

El Talmud documenta que en el segundo siglo, el rabino Nathan reinterpretó la Ley del Parapeto para prohibir, por ejemplo, escaleras precarias en los hogares. Lo que era una recomendación empezaba a ser una ley.

Este punto muestra como las normas de construcción nacen para garantizar el bienestar de la población, previniéndola de sus propias costumbres cuando resultan peligrosas para sí mismos. Esta noción se amplía en la primera mitad del siglo XIX cuando se prueba la estrecha relación existente entre la salud de las personas y la calidad ambiental de sus viviendas.

El notable incremento en la producción de viviendas a fines del siglo XIX y principios de XX y su definitiva constitución como mercancía, puso en relieve la necesidad de que los códigos no solo se encargaran cuestiones de seguridad, como sucedió después del incendio de 1666, cuando Londres estableció su primera regulación de construcción. O que se convirtieran en instrumentos de planificación, como las Leyes de las Indias de 1680, redactadas para la colonización de los territorios españoles de ultramar.

La funcionalidad moderna de los códigos de construcción fue la de garantizar viviendas con estándares de habitabilidad deseables. Superficies mínimas en los ambientes, con determinados valores de iluminación y ventilación. Estos indicadores se convirtieron en el termómetro de la calidad ambiental. Establecieron una marca que solo debería aumentar. Perderlos, sería retroceder en el tiempo.