Las aguas urbanas como factor de resiliencia en la ciudad

Rocío di Corrado, Fabián de la Fuente

jueves, 23 de diciembre de 2021  |   

Sobre la necesidad de producir intersecciones disciplinares y articulación de conocimiento para una gestión y planificación eficiente.


Desde los tiempos de las fundaciones de Buenos Aires y sus núcleos urbanos más representativos, las lógicas de producción del territorio estuvieron ligadas principalmente a la dependencia de una planificación (o su ausencia) basada en conceptos antropocéntricos que de alguna forma terminaron soslayando las dinámicas, espacios, fuentes, sumideros y otras características propias del soporte físico natural del sitio donde se implantan y densifican hoy sus áreas metropolitanas. Su matriz ambiental se vio altamente intervenida (muchas veces vulnerada) por el avance de la urbanización, con la ayuda de una insensible dotación de infraestructuras en el espacio urbano que, a su paso, posibilitaron desarrollo. Al mismo tiempo, estas lógicas de lo posible obturaron las dinámicas naturales, dando lugar hoy a un conflicto en ciernes.

Si analizamos además las acciones y las políticas públicas de las últimas décadas referidas al desarrollo urbano, podemos diagnosticar análisis precipitados y soluciones uniformes para realidades particulares, dinámicas y complejas. 

Muchos fueron los autores y las acciones que nos llevaron a recorrer el Área Metropolitana de Buenos Aires y pensarla como un territorio —en el sentido más amplio—, utilizando como vector para profundizar las investigaciones, sus aguas urbanas y su gran frente rioplatense, en la acepción de estar presentes ante un paisaje a descifrar, comprender y gestionar. 

El término territorio abarca una noción amplia: espacio físico, social y cultural, donde se inserta no solo un aglomerado metropolitano construido, visible y tangible, sino también aquellas huellas, paisajes, sistemas naturales que están siendo constantemente invisibilizadas que forman parte del acervo intangible de nuestros espacios urbanizados. Pensar el territorio como unidad nos lleva también a hacer foco en la interescalaridad para comprender su fenomenología, resolver conflictos, plantear programas y proyectos que, además de llevar prosperidad a sus tierras, propongan un prospectivo camino para una sustentabilidad social, ambiental y productiva. 

Esta interescalaridad plantea una redefinición de los límites físicos y de esferas temáticas de sus componentes constitutivos, todo ello en tensión y en una sola intersección. Esta debe ser ambiental, socioespacial, jurisdiccional y jurídica, viendo que los límites o contornos de su espacialidad física, en muchos casos, responden simplemente a cuestiones y referencias político-administrativas, desatendiendo las configuraciones de otras regiones, microrregiones o unidades de paisajes urbano-ambientales, no delimitadas por actos administrativos como tal.

Los ríos urbanos en el AMBA (principalmente su gestión y gobernanza) conforman temas recurrentes y concurrentes que en muchos casos trascienden sus situaciones particulares, y nos advierten de realizar un análisis profundo a nivel jurisdiccional (municipal, provincial o incluso nacional) ante situaciones conflictivas y eventos extraordinarios; mirándolos como espacios fragmentados con solapamientos y desresponsabilidades de la institucionalidad responsable de su gobernanza, acrecentando la conflictividad a la hora de poder planificarlos y gestionarlos eficientemente. 

En los últimos años, la evolución de conceptos y premisas del desarrollo sostenible hicieron revertir la concepción de las «cuencas» como algo exclusivamente hídrico y de captación de excedentes en el territorio, para transformarlo en agenda, como espacio complejo; donde interactúan los sistemas físico-ambientales y socioeconómicos, configurando así una nueva concepción de espacialidad territorial. Ello en gran medida fue posible gracias a la relevancia internacional y al creciente desarrollo de la organización y la participación social, que en defensa de sus derechos y ante la conflictividad ambiental, reacciona demandando soluciones acordes y actuales. 


Proyección y expansión urbana sobre el soporte natural; antecedentes evolutivos. Fuente: David Rumsey Map Collection (1901).
 

El agua, componente esencial para la supervivencia humana, ha sido un factor determinante para la localización de Buenos Aires y, ahora y en los tiempos que nos preceden, debe ser un factor estratégico para atender y resguardar. En derredor de ella, existe un sin número de sitios, paisajes, entornos y subsistemas naturales a proteger y recrear. Desde esta perspectiva —intersección entre lo ambiental y urbano— tiene que ser considerada como clave a la hora de pensar, planificar y gestionar nuestros territorios, así como dotarlos de la elasticidad y maleabilidad necesaria ante el aumento de factores claves como las precipitaciones, niveles de freáticos, aguas subterráneas, la disminución de la capacidad del suelo para retener agua y la baja pendiente del relieve que caracteriza a nuestra pampa, además de la especial perspectiva de abordaje en la gobernanza de áreas costeras ribereñas y los territorios de cuencas internas.

Necesitamos pensar territorialidades (ambientes urbanos equilibrados y adecuadamente transformados) que puedan recuperarse ante el cese de una perturbación, modelar la amplitud cuyo umbral nos permita retornar al estado inicial o que las oscilaciones del ecosistema sean lo suficientemente resilientes para resistir, absorber, adaptarse y recuperarse de manera eficaz ante algunos de los efectos más difundidos del cambio climático. Amplia bibliografía tanto internacional como nacional hacen aportes para que las mencionadas necesidades puedan proyectarse en infraestructuras resilientes, con metas y acciones a considerar.

Conocer y gestionar desde el inicio los riesgos climáticos actuales y futuros son las metas del corto plazo para los que transitamos y amalgamamos las huellas invisibilizadas del territorio. Sabemos que los pilares del desarrollo económico y social de nuestro país lo constituyen la infraestructura urbana, el transporte y la gestión ambiental; pero también sabemos que ante más cambios de uso de suelo y variaciones climáticas (naturales y antropógenas) sin identificar, sus impactos generan riesgos en muchos casos irreversibles. 

El análisis del riesgo es fundamental para cuantificar en base a las estimaciones de la exposición y la vulnerabilidad concreta ante dicho fenómeno. Esto nos da como resultado un diagnóstico adecuado para establecer prioridades dentro de los procesos socioeconómicos, evaluando las trayectorias sociales y naturales, las medidas de adaptación y mitigación y, sobre todo, la gobernanza de ese territorio pampeano anfibio y complejo. 

Los criterios a considerar a la hora de seleccionar o priorizar medidas deberán estar íntimamente relacionadas con su viabilidad social, técnico-financiera y con sus implicancias socioambientales.

En este sentido, proponemos como objetivo principal devolverle al territorio una mirada compleja, integral e interdisciplinaria, que ponga en evidencia manifiesta la relación entre urbanidad y soporte natural, entendiendo que en los ríos urbanos y sus sistemas ambientales es donde posiblemente encontremos las claves para repensar y reconfigurar la noción de territorio metropolitano.

Para eso, es posible y necesario volcar los esfuerzos a las propuestas, entendiendo que la recopilación de datos, información, diagnósticos y educación ciudadana ambiental es ardua pero ejecutable. Generar un tablero de gestión urbana ante eventos climáticos extraordinarios podría ser una herramienta fundamental donde poder caracterizar vulnerabilidades, definir eventos climáticos históricos y futuros, modelando una matriz de riesgos con gobernanza activa; y desde allí, producir un nuevo paradigma en la planificación, con cambios y adaptaciones en las morfologías urbanas, la ocupación del suelo, en tipos constructivos, incorporando soluciones y tecnologías aptas y con capacidad para romper la inercia de lo proyectual en términos tradicionales, como respuestas situadas para estos territorios porteños y anfibios. 

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