La vida en menos de 30m2 propios

Augusto Penedo

martes, 13 de junio de 2017  |   

Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. 
Albert Einstein

“No guardo nada”. Se decidió por un monoambiente de 25 m2 porque se percató de que su “capacidad de ahorro es inferior al aumento del precio de los depar­tamentos”. Carola Álvarez lo compró por 18.500 euros y ahora está a punto de venderlo por un número que le permitirá pagar el anticipo de un habitáculo “decente”. En los años en que ha estado, lo que más lamenta es no haber podido aumentar su biblioteca.

José Luis Hernández adquirió su piso de 27 metros hace 20 años. Le costó 24.000 euros y su valor ahora es de 210.000. Vive con su mujer y admite sonriendo que intentan no enfadarse mucho “porque no tienes dónde esconderte”.

Estos dos ejemplos tomados de un par de relatos risueños en España, da señala­da muestra de cómo una sociedad enfrenta los problemas sin engañarse. Si lo que tengo es escasez de recursos para comprar una unidad de vivienda en la ciudad, que me permita estar cerca de las mejores condiciones de vida que te ofrece la región, (esto es vivir en Buenos Aires), tengo que encontrar la manera de poder resolver el problema, no tengo ni que perder tiempo en discutir sobre la vivienda digna que no debe tener menos de 40 m2, bla, bla, bla, etc., sino que tengo que encarar una solución: cómo, con superficies mínimas y accesibles económicamente a una franja importante de la población que quiere ser urbana, puedo hacerles interesantes los proyectos. Y sobre esto mucho tenemos para decir los arquitectos.

En general lo que más hay es experiencias hechas en viviendas individuales. Algu­nas casi cómicas (ver imágenes), pero que no por eso dejan de ser interesantes.

El desafío hoy está en ver cómo se encara el tema de la vivienda mínima, accesi­ble económicamente, en la Ciudad de Buenos Aires, los minidepartamentos.

Para todo esto, será necesario empezar por revisar normas que tienen que ver con la densidad, la edificabilidad y los usos; flexibilizar algunas, modificar otras, e incluso eliminar unas cuantas. Reflexionar y hacer formulaciones sobre nuevas tipologías de vivienda. Habrá que encarar los temas con criterios innovadores, desprendiéndose de prejuicios y de paradigmas hoy antiguos, y que en el caso de Buenos Aires, lo único que ha conseguido, es que una parte importante del crecimiento sea espontáneo e informal, y la mayoría de las veces indigno e injusto (villas de emergencia, inquilinatos).

Ejemplo de ello sería revisar las normas de habitabilidad: las dimensiones mínimas, quizás algunas de las Normas de accesibilidad.

Ciudades como Montevideo o Nueva York sería interesan­te que fueran tomadas como referencia: el diario New York Times ha hecho hace un par de años un concurso para promover unos tipos de viviendas flexibles en 24m2, con el objeto de poder hacerlas accesibles a sectores importan­tes de su población de clase media; completados en 2015.

En Montevideo la vivienda minima es de 25m2 y los mono-ambientes de 19,40m2. Los baños tienen lado mínimo de 1,20m, con ducha: la bañera es opcional. La sección de los locales es de 3,4m.

Y en Buenos Aires mismo existe un antecedente ejemplar: la vivienda mínima en el Código de 1944 tenía la habitación de 16m2, el baño de acuerdo a la cantidad de artefactos y la cocina mínima era de 1,60m2. No había balcón.

Seguro que nos vendrán con la milonga de que ésa no es una vivienda decente. Pero les aseguro que lo es para aquel que aspira a vivir en la Ciudad de Buenos Aires, donde está la mayor cantidad de oferta de trabajo del país, las mejores condiciones para acceder a la salud, la educación, la recreación, la cultura. Como ocurrió en los años 40, que permitió que los habitantes de los conventillos pudieran aspirar a comprar o alquilar departamentos de esos edifi­ cios racionalistas tan bonitos que vemos por Balvanera, San Cristóbal, Caballito.

Si se revisan ejemplos de la época nos podemos sorpren­der. Por ejemplo el edificio Eucaliptos, en la calle Virrey del Pino, de los Arqs. Ferrari y Kurchan, con los dos departa­mentos monoambiente del centro de la planta.

Al endémico problema del déficit de vivienda, que se hace más acuciante en el entorno de las grandes ciudades, hay que encontrarle solución. Todas las políticas de los últimos 40 años, en algunos casos solo han logrado mitigar el pro­blema en algunos momentos. Pero poco más que eso.

La solución es urbana, está en las ciudades y pasa por los edificios de vivienda multifamiliar. En eso debemos centrarnos autoridades, funcionarios, desarrolladores, los profesionales de la construcción; somos nosotros quienes debemos ir al frente.

Hoy se piensa que la ciudad será más densa, más eficiente, más igualitaria y más sustentable, pero se complica un poco, porque a su vez, parece seguro que globalmente se iniciará un período donde lo característico será la escasez. Es curioso como estos temas surgen desde Nueva York, Tokio, Buenos Aires, o Mumbay. En algunos casos, la escasez es de suelo, de espacio: en otros, como en el nuestro, es de recursos, y en otros, la combinación de ambos.

Habrá que buscar soluciones fuera de lo convencional a es­tos, y a otros problemas nuevos que seguro surgirán, y habrá que buscarlas utilizando la inteligencia y la imaginación, dos valores a los cuales debemos darles una oportunidad. Y en eso los arquitectos y urbanistas algo deberemos aportar.