Autorismo

Lucas Torres Agüero

lunes, 15 de abril de 2019  |   

I think everybody starts out by seeing a few works of art and wanting to do something like them. You want to understand what you see, what is there, and you try to make a picture out of it. Later you realize that you can't represent reality at all—that what you make represents nothing but itself, and therefore is itself reality.
—Entrevista de Gerhard Richter con Rolf Schön, 1972

La autoría, entendida como una construcción sensible, integra un medio cultural y un medio material en un sistema que los pone en relación de una forma que aparece como genuina. Al hacerlo transforma a ambos desde dentro, integrándolos en un proyecto indisociable. Esa forma define la modalidad en el que el sistema se relaciona con el mundo, y la visión que el mismo establece con la arquitectura como disciplina, transformando al sujeto que lo conduce en un vector de diferenciación capaz de tensionar e incidir incisivamente desde éste. 

Resonancia, superficie de perfiles iterativos. El dominio de cada perfil sobre la totalidad está definido por su posición en el plano, la iteración en la cual opera y su relación con los subsiguientes. El campo de relaciones inflexiona entre curvas suaves y puntiagudas.El medio cultural contemporáneo, incesantemente conectado y visualmente ubicuo, ha diluido por repetición y ha banalizado por saturación lo que previamente funcionaba como una constelación de autorías singulares, para transformarlo en un magma de autorías empastadas que se diferencian solo suavemente —tanto sutil como débilmente— entre ellas. Toda sensibilidad disruptiva es absorbida dentro de este medio, y es extorsionada alegremente por tendencias insustanciales y vaivenes caprichosos, y redondeada por la relatividad que naturalmente presupone un posicionamiento múltiple. En este contexto, la autoría deja de operar por disrupción incisiva en el medio, y se transforma en una fuerza interna e impersonal que arrastra, redirige y define movimientos locales que luego se replican sobre la totalidad de la disciplina, constituyendo corrientes efímeras y volátiles que se sostienen en tanto que no resulten arrastradas por otra dirección sutilmente desviada. Sin embargo, en medio de esta coyuntura de dilución y volatilidad, una nueva forma de autoría emerge, que paradójicamente reconoce una oportunidad inédita en un medio saturado de densidad visual y de conexiones, una que construye modelos sensibles particularmente artificiosos que pueden ser emulados, intervenidos y desarrollados. En la explicitud radical de su artificio y en su construcción integradora de sentido y sensibilidad, la autoría se transforma en una fuerza viral y nuevamente arrolladora. 

El autorismo se desarrolla como una forma autoral constituida a través de la explicitación de un sistema de reglas sintetizadas en protocolos con el objeto de construir cadencias e inercias sensibles, operando entre medio del sujeto y la materia. Estructura y da forma a los procedimientos constitutivos del proyecto, construyendo en paralelo una paleta material que, sin ser acotada al caso o dirigida a fines especializados, se concentra en trascender la mera generalidad mediante la intensificación de lógicas internas, precisando de ese modo las curvas de comportamiento con las que define su fisicalidad. El autorismo se agudiza por medio de la construcción de una técnica, a la vez rigurosa y dúctil, que media las contingencias y las interioriza a cada paso como intrínsecas a su proyecto, volviendo a las resistencias condiciones de una fuerza que las contiene y las supera. Se afina mediante la radicalización del gusto como forma de tensionar, nutrir y objetivar, racionalizando la sensibilidad y volviéndola objeto de una construcción abierta. Se profundiza a través del despliegue de un proyecto cuyos principios superan la resolución oportunista, universalizando las capacidades transformadoras y visionarias de la arquitectura. Se expande junto con la producción de modelos consistentes en su forma, radicales en su intensidad material, y dúctiles en sus lógicas, que no se disipan en la pluralidad de la que provienen, sino que la hacen resonar incansablemente hasta hacerla cambiar de estado.