Accesibilidad en la Región Metropolitana de Buenos Aires

Cynthia Goytía

jueves, 10 de mayo de 2018  |   

Una nueva dimensión para reformular el debate del crecimiento y la movilidad metropolitana.

Es importante entender que la Región Metropolitana de Buenos Aires es un gran motor de desarrollo. En ella se concentran los procesos productivos de mayor complejidad y valor agregado, y la mayor cantidad de oportunidades en términos de bienestar. Sin embargo, estos beneficios en términos de productividad y calidad de vida dependen fundamentalmente del balance entre las mayores ganancias producidas por el tamaño de la ciudad -y la magnitud de sus costos urbanos.

La movilidad urbana determina tanto el tamaño de los beneficios que surgen de las  economías de aglomeración como la magnitud de los costos urbanos, y en especial de congestión. Por un lado, las dificultades de movilidad impiden que las personas accedan a los mejores empleos disponibles y que las firmas contraten la mano de obra más preparada, lo cual disminuye la productividad de toda la ciudad. Por el otro, la movilidad deficiente es una de las principales causas de los costos de congestión, como el tráfico vehicular, la contaminación del medio ambiente, los accidentes viales y otros fenómenos que afectan negativamente el bienestar de la población.

Afectada por una dinámica de crecimiento desordenado, donde la accesibilidad es deficiente, la Región Metropolitana de Buenos Aires redundó en mayores costos urbanos (por ejemplo, de congestión) comprometiendo la eficacia de la inversión en infraestructura urbana, transporte y servicios urbanos, y reforzando situaciones de pobreza y desigualdad. En base a este diagnóstico, es recomendable incorporar el concepto de accesibilidad como  una medida fundamental de bienestar, que es uno de los retos más críticos que enfrenta la región para su desarrollo. Éste refiere a la capacidad que tienen -tanto los hogares como las firmas- de alcanzar el conjunto de oportunidades que ofrece la metrópolis. Por el lado de las familias, tener buen acceso al mercado laboral, una vivienda bien localizada y poder disfrutar de los servicios y de las amenidades urbanas. Por el lado de las firmas, la oportunidad de acceder a insumos y mano de obra calificada, y de llegar de forma fácil a más consumidores. Así, la accesibilidad depende tanto de la capacidad que tiene nuestra metrópolis de generar empleos y de atraer y formar trabajadores calificados, como de dónde se ubican las firmas y los hogares en el territorio urbano, y cómo pueden trasladarse al interior del mismo.

Foto: © Rafael Calviño. Terminal de ómnibus de Tandil, 2002Para reducir los costos urbanos, entre ellos la congestión, mejorando la accesibilidad, debemos pensar que las distintas formas de movilizarse al interior de la región tienen consecuencias diferentes en términos de la magnitud y la gravedad de los costos de congestión asociados, así como implicaciones distributivas. La pregunta aquí es obvia. ¿Cómo será posible mejorar la accesibilidad urbana? Las dimensiones esenciales de trabajo son tres. Primero, la regulación del uso del suelo -que determina la localización de las firmas y  las familias en la ciudad. En segundo lugar, la oferta de infraestructura de transporte -que determina cómo se mueven las personas y las mercancías al interior de la ciudad. A ello se suma el mercado de vivienda -que determina la localización de las viviendas, así como su disponibilidad y su precio. Es importante subrayar que, dado que estos retos superan los límites administrativos, el éxito de las intervenciones dependerá en gran medida de contar con los esquemas apropiados de gobernanza metropolitana para la coordinación de las políticas urbanas.

Por eso, es posible re direccionar el debate de las políticas públicas. No debe concentrarse necesariamente en promover ciudades más o menos compactas, sino en promover una mayor accesibilidad, lo que puede lograrse con una ciudad muy densa o incluso a través de través de una mayor policentralidad -incluida una más amplia descentralización de los puestos de trabajo para disminuir la congestión y los tiempos de traslado, y reducir el gradiente de los precios de suelo y vivienda.

Ante esta perspectiva, la capacidad de la región de elevar su productividad, riqueza y bienestar de todos sus habitantes, en mayor proporción que los costos que afectan a la urbanización, estará determinada en forma crucial por las tres dimensiones centrales de las políticas públicas y la manera en que éstas logren aprovechar los beneficios económicos de la urbanización y disminuir sus costos sociales. Así, la movilidad, priorizando la accesibilidad, es un reto particularmente importante para pensar la visión de la RMBA hacia la década futura, y repensar la estructura urbana de una región que aún no ha experimentado un nivel de desarrollo y bienestar totalmente congruente con su trayectoria de urbanización. El foco puesto en el concepto de accesibilidad debería brindarnos un nuevo tema de atención al debate del crecimiento urbano.