La construcción del Observatorio

jueves, 23 de marzo de 2017  |   

En el origen del Observatorio Metropolitano confluyeron dos desafíos: la creación de una plataforma on-line, que fuera de interés y fácilmente navegable por los potenciales usuarios, y el “volcado” a la misma de una serie de docu­mentos históricos -planos y planes urbanísticos- en aquel momento consultables solo en formato papel, heterogé­neos en sus tipos de gráficos y niveles de información.

Así, junto al Ing. Martín Marazzi, se buscó diseñar una herramienta que permitiera la visualización y consulta de estos materiales de forma sistemática.

Dado que la localización era una de las variables rele­vantes de la información que se pondría a disposición, la herramienta en desarrollo tenía que incluir su ubicación geográfica. Nació entonces la idea de la “doble pantalla” con el sentido de ver en simultáneo las propuestas urba­nísticas y las imágenes del “mundo real” proporcionadas por Google Earth.

La propuesta se basó en complementar estas imágenes satelitales, que se actualizan regularmente de forma automática, con la información específica de los planes y proyectos metropolitanos, situados según las mismas coordenadas geográficas. Con este objetivo, se debió escanear y georreferenciar la documentación en formato papel que provenía de un trabajo académico de recopila­ción, sistematización e interpretación realizado por la Dra. Arq. Alicia Novick.

Asimismo, la realización de fichas descriptivas para cada uno de los planes o esquemas urbanísticos en proceso de conversión al formato digital, sirvió para reflejar sus respectivos datos de autoría, organismos responsables, fechas de realización, problemáticas, objetivos, lineamien­tos principales de propuesta y proyectos asociados.

Como resultado, y a pesar de las tensiones que genera la visualización de la “ciudad pensada o imaginada” sobre la misma base física que la ciudad actual, ésta nos permite reflexionar, entre otras cuestiones, acerca de los alcances físicos de las propuestas, la posición de los grandes traza­dos, la uniformidad de los sectores de actividad, las zonas ambiguas de las cuencas, los enclaves estratégicos de pro­yecto, e incluso sobre las propias maneras de representar la ciudad y su región metropolitana, como la abstracción cada vez mayor de las propuestas frente a un territorio urbano cada vez más complejo.